miércoles, 26 de octubre de 2011

PROPUESTA 4. LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO




Contribuir a los procesos de organización de las mujeres para la participación y la defensa de sus derechos. Favorecer el fortalecimiento de la Casa de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género de la localidad.
 
“… esta humanidad no se vive de la misma manera desde un ser hombre o un ser mujer (...) de la biología heredamos un sexo y la cultura nos construye un género; esa operación de la cultura o construcción cultural se expresa de manera diferencial según si nacemos varón o mujer”.
Florence Thomas[1]
 
 
Los logros de las mujeres durante la segunda mitad del siglo veinte constituyen una revolución pacífica inédita. La igualdad civil y política alcanzada repara siglos de injusticias históricas. La formulación de los derechos  de las mujeres como derechos humanos, constituye un avance cultural trascendente. Sin embargo, la construcción de la equidad de género es aún un proyecto inconcluso. Avanzar en esa vía, es avanzar hacia la construcción de una sociedad mejor para todas y todos.
 
Hacia la problematización de los lugares comunes
 
·         “Las mujeres son una de las minorías”
 
Las mujeres conforman la mitad de la población mundial; y en algunos países o regiones un porcentaje mayor, debido, en gran medida, a los desequilibrios demográficos que ocasionan las guerras y la violencia, que cobran la mayoría de sus víctimas entre la población juvenil masculina. Por lo tanto, sus requerimientos no deben considerarse como los de una minoría.
 
·         “La función materna y las tareas del cuidado son responsabilidad de las mujeres”
 
La procreación es un acto compartido entre las mujeres y los hombres, y las culturas la han asignado a las mujeres, como si fuera de su exclusiva responsabilidad.  Por lo tanto, una redefinición democrática significa considerarla como una función social que implica, concitar una mayor participación del padre en la crianza y socialización de los hijos; así como también demandar del Estado la ampliación de las coberturas de los servicios sociales de atención y cuidado de los niños y las niñas.
 
Las Revolución silenciosa de las mujeres en las sociedades contemporáneas ha propiciado entre sectores importantes de ellas, una visión progresista de la maternidad como elección. Gran parte de los hombres, por el contrario, continúan apegados a las tradiciones sobre la paternidad como demostración de virilidad; perseverando en su función procreadora lejos de los compromisos materiales cotidianos. Para avanzar en esa revolución es preciso que tanto las mujeres como los hombres, desde la niñez hasta la vida adulta, pasando por la juventud, redefinan sus relaciones con su cuerpo y con el de las otras y los otros.
 
·         “La palabra masculina es la palabra de todos”
 
El lenguaje, herramienta cultural clave de la humanización, instala la diferencia sexual como jerarquía de género en el uso, cada vez más cuestionable, del universal masculino para nombrar tanto a las mujeres como  a los hombres. Las discusiones que apelan a la autoridad que salvaguarda la “integridad” de la lengua, niegan las posibilidades transformadoras de los significantes de la palabra.
 
“Ni siquiera en el contexto de la modernidad que nace con el siglo de las luces, y de la generación de la filosofía del sujeto, las mujeres obtuvieron la palabra. Pues el único sujeto reconocido a pesar del grito esperanzador de la revolución francesa de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” fue el sujeto masculino”, comenta Florence Thomas[2]. Olimpia de Gouges, activista de la Revolución francesa, fue guillotinada en 1792 por atreverse a criticar la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que en ninguna parte hacía referencia a las ciudadanas.
 
No solamente se las dejo de nombrar, sino que en la práctica fueron excluidas de sus derechos ciudadanos; derechos que solo han logrado ganarse en las luchas contemporáneas, que incluyen como una de sus principales reivindicaciones el derecho a ser nombradas.
 
·         “Las mujeres en la familia (los  espacios privados), los hombres en los espacios públicos”
 
En las concepciones hegemónicas de Occidente aún rige con fuerza la división entre los ámbitos público y privado que, todavía, remite a  la adscripción de los hombres al mundo público de la política y la producción, con sus sistemas de privilegios; y, a las mujeres, al mundo privado de las responsabilidades familiares y domésticas. Sin embargo la revolución silenciosa de las mujeres, a la que ya hemos hecho referencia, ha significado su participación creciente, y con acierto, en los escenarios públicos de la producción y la política, aunque aún sin el debido reconocimiento.       
 
Las discriminaciones
 
Las niñas, las jóvenes y las mujeres adultas, experimentan discriminaciones en los escenarios familiares, escolares y laborales. Los ambientes familiares y escolares no favorecen la igualdad ni la equidad de género. Las trabajadoras suelen ser sometidas a condiciones que atentan también contra la igualdad de derechos y la equidad. A las mujeres se les suele exigir más que a los varones en términos de sus competencias laborales. Las censuras sociales son más exacerbadas contra ellas. 
 
Las violencias
 
Las violaciones, el acoso sexual, los abusos, la explotación económica, se producen en los entornos más inmediatos como la familia, el vecindario, los establecimientos educativos, el trabajo. En los escenarios de confrontación militar se incrementan, constituyendo auténticos atentados contra los derechos humanos de las mujeres.
 
Propuestas:

o   Fortalecer los avances hacia el reconocimiento del ejercicio pleno de los derechos económicos, sociales, culturales, políticos, sexuales y reproductivos de las mujeres.  
o   Contribuir al fortalecimiento de la institucionalidad con respecto a la política de equidad de Género en el Distrito Capital, construida con los acumulados del Polo Democrático y gracias a la participación de las activistas.
o   Apoyar los esfuerzos tendientes a concretar la creación de la Secretaría de las Mujeres en Bogotá.
o   Incorporar los indicadores de género en todos los planes, programas y proyectos del Plan de Desarrollo Local, de forma que se reflejen en las estadísticas, sistemas de información, presupuestos.
o   Gestionar para que se garantice el sostenimiento de la Casa de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género en Teusaquillo, y el establecimiento de una Casa Refugio para  avanzar en la garantía del derecho de las mujeres a una vida libre de violencias.
o   Contribuir al cambio del enfoque interpretativo de las Comisarías de Familia con el fin de que, en la aplicación de la norma, prevalezcan los derechos individuales de las personas que conforman el grupo familiar.
o   Coadyuvar a la paridad en los procesos de ajuste a la normatividad para la representación de las mujeres en las diferentes instancias de decisión política, económica y cultural. Participar en los procesos de cambio de los imaginarios que sustentan el sexismo y las discriminaciones y violencias por motivos de género, buscando avanzar en una convivencia sana, respetuosa entre los hombres y las mujeres.
o   Coadyuvar a la construcción de una pedagogía que reconozca los derechos humanos de las mujeres en los centros educativos, públicos y privados, de la localidad.


[1] Thomas Florence, “Sabios y Sabias: Saber y Género”, en Grandes Conferencias en la facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, No. 5, septiembre de 2004.
[2] Op. Cit.

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